Los cachorros muerden porque es la única forma que tienen de explorar y conocer todo aquello que los rodea. Además hay que tener en cuenta que es su forma natural de juego, más aún en esos cachorros llenos de energía.

Si durante la interacción con el cachorro, él nos muerde y nosotros continuamos jugando, sin saberlo estamos reforzando ese comportamiento, pues nuestra mascota está aprendiendo esa forma para relacionarse con nosotros y comienza a creer que es la forma correcta de hacerlo.

Si a esta situación se le suma un factor muy importante y traumático, como es la separación precoz de su madre y hermanos (generalmente antes de los 60 días), que son los grandes maestros en cuanto a juegos e inhibición de la mordida, muy probablemente tendremos un problema a futuro, al que debemos prestarle atención.

Debemos trabajar mucho con nuestro cachorro para desviar este comportamiento, lo primero es que si el cachorro jugando nos muerde, debemos dejar de jugar con él. No castigar, solo ignorar esta conducta para evitar reforzar. Luego, debemos tratar de reemplazar nuestras manos u objetos que no queremos que muerdan por otro: juguetes y/o sogas. Nuestro cachorro necesita morder, pero debemos enseñarle cuándo y cómo hacerlo a través del juego, aprenderá si premiamos su comportamiento y lograremos la actitud deseada.

Es importante recalcar que trabajamos con refuerzos positivos ante objetivos logrados y no castigos, ya que puede ser perjudicial en la formación de su carácter y sin saberlo podemos estar causando otro trastorno en su conducta. Para aquellos cachorros hiperactivos, además, cuando su plan de vacunación y nuestro veterinario lo permitan, sumar paseos y socializar con otros animales nos ayudará a que gaste toda esa energía extra acumulada.

Si la conducta persiste, debemos asistir a nuestro veterinario que evaluará si esa conducta amerita la interconsulta con un veterinario especialista en comportamiento canino.